El Voluntariado es un Acto de Amor

18/11/2002

Por Anna Zarnecki de Santos Burgoa
Sabemos que la existencia humana está llena de conflictos, insatisfacciones, tristeza y sufrimientos; que el sufrimiento comienza con nuestros propios deseos egoístas, el anhelo de placer y de evitar el dolor.

Nuestra búsqueda de la felicidad nos ha llevado a tiempos cada vez más inestables, ya que la creencia en el bienestar individual nos ha convertido en buscadores de felicidad encontrando sólo vacío, confusión y monotonía.

Pero si se busca un significado y una inspiración para obtener una fórmula que nos guíe hacia una vida más alegre y satisfactoria, encontraremos que la única verdadera solución que nos señala el camino es "hacer por los demás lo que quisiéramos que hiciéran por nosotros".

En el camino del Voluntariado encontramos satisfacción espiritual, proyectándonos a nosotros mismos al sentirnos necesitados y apreciados. Algunos creen que por su labor de ayuda al necesitado recibirán bendiciones adicionales, para otros más el voluntariado representa un deber con la sociedad, pero en realidad el Voluntariado es un acto de amor.

En este mundo lleno de violencia, odio y malicia, dar es una expresión de fe, confianza y preocupación, pero darnos a los demás es una elevación espiritual, el despliegue de la bondad fundamental. Si nos diéramos todos a la ayuda humanitaria cambiaría el mundo así como la vida de cada uno de nosotros.

Pero el voluntariado no es solo dar sino es también recibir el amor y gratitud de los que estamos ayudando y es lo que enaltece nuestra autoestima. Los esfuerzos de las Voluntarias, los actos de caridad, la generosidad del espíritu y los gestos de compasión enriquecen y sustentan nuestras vidas.

Al darnos a los necesitados emerge en nosotros un sentimiento de identidad más fuerte y mejor definido que nos hace valorar la vida y el mundo en el cual nos tocó vivir. El trabajo del Voluntariado refuerza la autoaceptación, la transferencia emocional tiene lugar mientras se realiza la labor voluntaria.

Al dar amor y preocuparnos por los demás recibimos amor, gratitud y aceptación. La apreciación germina gratitud de corazón ante nuestras buenas acciones que también nos hacen sentir que importamos a alguien más.

El sentirnos útiles a la humanidad nos eleva acrecentando nuestra autoestima y el sentimiento de haber cumplido con la sociedad y con el deber que hemos prometido alcanzar.

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