Greenpeace: Los confinamientos no resuelven el problema de los residuos peligrosos
12/12/2003
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La organización ambientalista manifiesta que la solución al manejo de los residuos es dejar de generarlos.
Greenpeace. Confinar los residuos peligrosos lejos de ser una solución es una forma de postergar el problema que el manejo de estos compuestos representa para nuestro país, señaló Greenpeace, en respuesta al secretario de Medio Ambiente, Alberto Cárdenas, quien señaló que nuestro país necesita 6 o 7 confinamientos como el de Mina, Nuevo León. Un confinamiento tiene una vida útil de alrededor de 20 años, tiempo en el que los residuos comienzan a lixiviar, contaminando así los mantos freáticos y el suelo, entre otros problemas. La verdadera solución al manejo de los residuos es dejar de generarlos, adoptando procesos de producción limpia y utilizando sustancias no contaminantes. “Greenpeace considera que la Secretaría de Medio Ambiente debería abocarse a desarrollar políticas para promover la producción limpia y la sustitución de sustancias nocivas por sustancias amigables, no a tratar de convertir el territorio nacional en un cementerio de residuos. Los problemas que Mina, Nuevo León, enfrenta debido al mal manejo del confinamiento de la transnacional Vivendi, dejan ver que este tipo de instalaciones no son una opción”, afirmó Mariana Boy, coordinadora de la campaña de tóxicos de Greenpeace México. Los confinamientos de residuos se han utilizado a lo largo de la historia para, supuestamente, almacenar los desechos en forma permanente; incluso, nuestra legislación los define como obras de ingeniería para la disposición final de desechos. Sin embargo, la disposición final supuestamente (de manera legal) es la acción de depositar permanentemente los residuos en sitios y condiciones adecuadas para evitar daños al ambiente. Y en la realidad, los confinamientos no son formas de disposición final, ya que no cumplen con la premisa de no ocasionar daños al ambiente. Es decir, que enterrar materiales peligrosos es simplemente una bomba de tiempo: una forma de postergar los daños que siempre terminan absorbiendo los habitantes y el medio ambiente. Los residuos peligrosos y sus efectos no desaparecen al ser confinados, únicamente se postergan. Cabe agregar que la vida útil de un confinamiento es de alrededor de 20 años, por lo que durante ese periodo la compañía propietaria hace negocio “resolviendo” el problema de los residuos —de manera temporal— y posteriormente se retira del lugar abandonando los residuos. Es la ciudadanía la que de manera permanente tiene que vivir y absorber los costos de estos sitios. “Además de la exposición constante a la que se ve sometida la ciudadanía de la localidad en la que se instalan los confinamientos, el propio transporte de estos materiales desde su lugar de generación hasta el sitio de disposición final también amenaza a todas las comunidades que se encuentran en el camino, ya que siempre existe la posibilidad de un accidente o de que los contenedores de los desechos tengan fugas, como constantemente ocurre”, afirmó Boy. “No existe en todo el mundo un solo confinamiento eficaz que no ocasione daños al ambiente. Todas las instalaciones de este tipo tienen lixiviaciones al suelo y al subsuelo, con lo que eventualmente contaminan cuerpos de agua y sembradíos. ¿En dónde está escrito que alguna comunidad tiene que convertirse en un tiradero tóxico?”, cuestionó Boy. La Agencia Ambiental de Estados Unidos (EPA, por su sigla en inglés) ha reconocido este hecho en diversas ocasiones: • En 1981 declaró que los confinamientos eventualmente tienen lixiviaciones (filtraciones de los residuos al suelo y a los mantos freáticos) y textualmente dijo: “hay contundente evidencia teórica y empírica de que los residuos peligrosos que son depositados en confinamientos, migran del mismo al ambiente. Esto puede ocurrir muchos años o incluso décadas después de haber ingresado los residuos al confinamiento. Existen predicciones científicas que indican que en la mayoría de los casos, aun cuando el confinamiento sea de la más alta tecnología, eventualmente habrá lixiviaciones”. • Igualmente declaró que las barreras construidas para evitar las lixiviaciones o escape de los residuos, eventualmente sufren deterioro y los residuos migran del confinamiento. • Posteriormente la EPA afirmó que el riesgo que representan los confinamientos permanece por miles de años. Además, no hay información que demuestre que el confinamiento de residuos sea exitoso. • La Academia de Ciencias del mismo país declaró que hay estudios epidemiológicos que indican que las poblaciones que han estado expuestas a residuos peligrosos han mostrado un incremento en malformaciones natales, abortos espontáneos, efectos neurológicos y cánceres. Asimismo, afirmó que millones de toneladas de residuos peligrosos migran lentamente a los mantos freáticos y pueden ocasionar daños en el futuro aunque de momento no sean visibles. “Dado que México no cuenta con estudios oficiales sobre impactos de los confinamientos en la salud y el ambiente, es prioritario que retome los realizados en otras partes del mundo para no tener que recorrer el camino de países que ya han sufrido las consecuencias de las políticas no preventivas y laxas en cuanto a manejo de residuos. Además no deben olvidarse las consecuencias que el confinamiento de Mina ha tenido. Los testimonios de ejidatarios indican que ha habido casos de cáncer y muerte por la misma enfermedad en comunidades aledañas al confinamiento, casos de anencefalia, contaminación de cuerpos de agua, muerte de ganado y arbitrariedades cometidas por la empresa, tales como despojo de terrenos, quema de residuos peligrosos a cielo abierto, vertido de residuos en suelos y cuerpos de agua de la región, entre otras”, agregó Boy. Por su parte, los muchos estudios que se han realizado en otras partes del mundo sobre los efectos en la salud ocasionados por los confinamientos demuestran los siguientes impactos en poblaciones cercanas a confinamientos: 1. Menor estatura en infantes (Niagara Falls, Nueva York), 2. Malformaciones congénitas y problemas de hígado (Wayne, New Jersey), 3. Disfunciones en el hígado (Hardemann Country, Tenneessee), 4. Dermatitis, irritación respiratoria, síntomas neurológicos y cáncer de páncreas (en 7 confinamientos). 5. Enfermedades crónicas de pulmones, hipertensión (presión alta en la sangre), problemas de corazón, anemia y cáncer de piel (Galnea, Kansas), 6. Leucemia (cáncer en la sangre) en un grupo de niños que tomaban agua contaminada con solventes industriales (Woburn, Massachussets), 7. Dificultades para respirar, tos, resfriados constantes, arritmia cardiaca, fatiga constante (Lowell, Massachussets), 8. Tasa elevada de bronquitis, artritis, problemas del corazón, debilidad en los músculos, dolores de cabeza, mareos, depresión, insomnio, irritabilidad (Hamilton, Ontario), 9. Abortos La solución a los residuos peligrosos, no son los confinamientos ni la incineración, sino la producción limpia. La empresas deben rediseñar sus productos y procesos productivos para dejar de generar este tipo de desechos. Para encontrar arreglo a este problema debe plantearse la pregunta: “¿qué hacemos para no generar residuos peligrosos?”, y no: “¿qué hacemos con los residuos?”, que es la pregunta que el secretario Cárdenas se está planteando. Para más información, comunicarse con Cecilia Navarro, a los teléfonos 5530-2165.
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