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La economía del voluntariado

26/03/2009

Trabajo voluntario

Un artículo de Emilio Guerra Díaz, publicado en el periódico Síntesis de Puebla el 1º de marzo de 2009.
Emilio Guerra Díaz, Capacitador y Consultor en Desarrollo Institucional de organizaciones civiles., y actualmente Gerente de la Fundación ADO (Autobuses de Oriente) realizó un artículo que lleva por nombre “La economía del voluntariado”, publicado el pasado 1 de marzo en el periódico Síntesis de Puebla.

El artículo retoma los puntos importantes del módulo final del Diplomado de Gerenciamiento Social impartido por la Fundación Merced, apoyado por la Fundación Teletón y la Fundación ADO, en dicho módulo se dieron a conocer algunas estrategias para la adecuada Administración del Recurso Voluntario, y el impacto de los ciudadanos que colaboran desinteresadamente con su comunidad en otras naciones.

Con la finalidad de hacer extensiva y dar difusión a este tipo información, compartimos con ustedes el siguiente texto.


La economía del voluntariado[1]

Por: Emilio Guerra Díaz[2]

Recientemente la Universidad Popular Autónoma de Puebla (UPAEP) fue sede para el Diplomado de Gerenciamiento Social de la Fundación Merced; programa apoyado por la Fundación Teletón y la Fundación ADO (Autobuses de Oriente) a fin de becar a colaboradores, directivos, consejeros y patronos de instituciones sin fines de lucro de este estado y apoyar su fortalecimiento institucional.

En el módulo final de este curso los asistentes pudieron conocer algunas estrategias para la adecuada Administración del Recurso Voluntario, así como conocer el impacto social de la obra de ciudadanos que colaboran desinteresadamente con su comunidad en otras naciones. Algunas reflexiones que en ese seminario se expusieron vale la pena retomarlas y compartirlas con los lectores de Síntesis.

La ciudadanía, a través del voluntariado, puede constituir una economía vigorosa. En países donde la tradición filantrópica se ha traducido en más de 2 siglos de colaboración de ciudadanos con gobiernos y empresas en los asuntos públicos hoy cuentan con un sin número de instituciones que favorecen la calidad de vida de un amplio sector social, de centros comunitarios y de organizaciones sociales que impulsan la adquisición de habilidades y destrezas de grupos tradicionalmente marginados de la economía de mercado y cuyos servicios no se circunscriben a la acción directa de gobierno, sino más bien de particulares que inciden en lo público aportando recursos adicionales para resolver problemas sociales. Otra función social de este sector es que contribuye a redistribuir el ingreso y motiva la participación ciudadana fuera del ámbito político, “ciudadanizando” instituciones.

El tipo de economía que favorece o construye la ciudadanía dentro del sector filantrópico, o mejor dicho, con este sector; se circunscribe en un paralelismo con la de mercado, pero hay que advertir que no entran en oposición y más bien se complementan. Mientras que la economía tradicional busca atender necesidades de mercado y con ello la consecuente persecución de lucro; la economía de los ciudadanos que participan como voluntarios en el sector social, tiene como propósito crear bienes públicos pero estos son administrados por particulares. El volumen de recursos que estos países movilizan a favor de causas sociales es inmenso.

A la generación y acumulación de bienes sociales a favor de la comunidad se le denomina capital social. Aún cuando el concepto se debate todavía en América Latina, uno de los principales rasgos es que es una conjunción de bienes, instalaciones y servicios que no están sujetos a estatizarse (a favor de algún gobierno) ni a privatizarse (para beneficio de unos cuantos). Más bien los beneficiarios y “propietarios” de estos bienes es la misma comunidad en su conjunto.

Esta economía busca perpetuar los servicios que a través de organizaciones sin fines de lucro se dan a la sociedad para ser aprovechados de generación en generación. Al revisar el origen de estas instituciones se advierte que la semilla del capital social es precisamente el trabajo voluntario de ciudadanos, el aporte de su talento, de habilidades y destrezas y la capacidad de movilizar recursos a favor de diversas causas sociales.

Otro importante rasgo de esta economía es que en los países desarrollados es un componente adicional para asegurar un futuro mejor. Veamos. En los Estados Unidos, con más de 300 millones de habitantes, el aporte de sus ciudadanos en horas/hombre de trabajo voluntario significa la movilización de más de 250 mil millones de dólares en promedio al año. Adicionalmente a esta cantidad habrá que agregar las donaciones de dinero que otorgan más de 84 millones de personas a sus instituciones filantrópicas, con lo que se duplica la cantidad. Se advierte entonces “un universo” dentro de una macro economía de mercado que suministra diversos servicios de interés comunitario. Allende lo que el mercado disocia, la filantropía construye comunidad.

El hecho de que en el estado de Puebla existan poco más de 300 organizaciones filantrópicas, de las cuales sólo 194 son reconocidas como donatarias autorizadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (datos al 30 de mayo de 2008), y que en el país la cifra ande merodeando por las 6 mil 500, significa que el sector ciudadano que participa en el sector filantrópico mexicano es todavía muy bajo, muy discreto y endeble. Pero no por ello el potencial de su fuerza debe perderse de vista. Para alcanzar óptimos niveles es necesario empezar por uno mismo, conocer con qué recursos contamos, trascender de la acción individual y asociarnos para que a través del trabajo en equipo se alcances con mayor rapidez satisfactores sociales.

Dentro de la adversidad de miles de poblanos que han decido emigrar a los Estados Unidos y emplearse (o bien subemplearse), ha traído una interesante lección social. Han cruzado la frontera, han tenido que esconderse y vivir por muchos meses en forma clandestina. Realizan trabajos con un sueldo menor por su condición migratoria, pero el trabajo diario, la búsqueda de satisfactores como escuelas, programas deportivos, seguridad social y la vinculación con organizaciones civiles solidarias les ha despertado el interés por conocer los aportes del sector filantrópico, pero también ha despertado el deseo de impulsar en sus lugares de origen instituciones que estén al servicio de generar más oportunidades para otros.

Por ello el impulsar los programas de voluntariado para que miles de ciudadanos realicen trabajo comunitario, sin fines de lucro, en forma organizada es un asunto de interés público. De ahí la valía de este tipo de diplomados, pero también la necesidad de levantarnos y hacer algo a favor de los demás para ayudarnos a nosotros mismos. Si deseas ser voluntario, busca una oportunidad en Puebla en www.hacesfalta.org.mx



[1] Artículo publicado en el periódico Síntesis de Puebla el 1º de marzo de 2009.
[2] Capacitador y Consultor en Desarrollo Institucional de organizaciones civiles. Actualmente es Gerente de la Fundación ADO.

HacesFalta Cemefi

 

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