Un Techo para mi País: Miles de voluntarios por el derecho a una vivienda digna
27/01/2006
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Con esta idea, jóvenes de Chile trabajan desde hace años en un proyecto que ya se ha implantado en otros países de la zona y que ahora ha implicado a una entidad juvenil de Barcelona, en España.
Fuente: Canalsolidario.org. Silvia Torralba / Redacción (20/01/2006). Es mediodía y en la sede de Barcelona Voluntaria se respira entusiasmo por un nuevo proyecto que está a punto de ponerse en marcha. En la sala de reuniones, Alba Bosch explica a siete jóvenes en qué consiste la iniciativa y las tareas que deberán hacer. “Se trata de apoyar al Techo, de explicar en qué consiste su labor y las desigualdades que viven muchas personas en Chile y América Latina, y de conseguir recursos económicos”. Cuando Alba Bosch habla del Techo se refiere a Un Techo para mi País, una iniciativa que desde hace cinco años impulsan miles de jóvenes en siete países de América central y del sur y que tiene como objetivo construir casas pequeñas, pero dignas, para familias sin recursos y que viven en chabolas. Hasta el momento, el proyecto ha construido 25.000 viviendas y en países como Chile, donde se fraguó la idea, moviliza hasta 8.000 voluntarios al año. A todos estos jóvenes se suman ahora seis chicas y un chico que, bajo el paraguas de la entidad Barcelona Voluntaria, apoyarán el proyecto del Techo dándolo a conocer en España y buscando fondos para sostenerlo. Este grupo de voluntarios “movilizará recursos para la construcción de casas, mantendrá relaciones institucionales y se encargará de dar a conocer el proyecto y la realidad de países como Chile, donde la desigualdad y la pobreza son muy elevados pero donde también se están organizando muchos jóvenes para cambiar las cosas”, explica Lluc Martí, responsable de Relaciones Internacionales de la organización barcelonesa. Mientras, en la sala de reuniones, el grupo de voluntarios se reparte el trabajo: unos se informarán de lo que piden las instituciones para acceder a subvenciones y empezarán a rellenar los formularios, otros recopilarán la información necesaria sobre el proyecto y sobre las entidades de Barcelona y Chile, y otros empezarán a armar una base de datos. La próxima reunión, deciden antes de marcharse, será el viernes que viene a las nueve y media de la mañana. Los siete jóvenes que participan en esta iniciativa de Barcelona Voluntaria vienen de países europeos y de América Latina; algunos están estudiando másters, otros han llegado a través de intercambios y otro chico tiene una beca Erasmus. Ninguno de ellos había participado anteriormente en un proyecto de estas características ni con la responsabilidad de dar a conocer una iniciativa y buscar fondos para sostenerla. Desde Barcelona Voluntaria, sin embargo, explican que lo más importante y lo que piden a sus voluntarios es “motivación y disponibilidad”. Cuando los chicos y chicas empiezan a su labor cuentan con el apoyo y el asesoramiento de la entidad hasta que poco a poco aprenden ellos mismos a organizar grupos de trabajo, conocen a fondos programas internacionales y saben cómo movilizar y gestionar recursos. Casas de emergencia para reformar toda una comunidad Barcelona Voluntaria conoció la iniciativa de Un Techo para mi País en el encuentro internacional de voluntariado que se celebró en la capital catalana en 2004. Desde entonces no ha perdido el contacto con los responsables del proyecto y lo ha conocido de cerca a través de un intercambio juvenil a Chile. Durante unas dos semanas, de hecho, algunos jóvenes participaron en el proyecto del Techo como voluntarios. “Ver como una familia de cuatro personas se emociona con una vivienda de 18 metros realmente te cambia los esquemas”, dice Alba Bosch, que viajó a Chile como voluntaria y ahora coordina el proyecto en Barcelona Voluntaria. En la actualidad, Un Techo para mi País está presente en Chile, Argentina, El Salvador, Guatemala, Uruguay, Colombia y Perú. En todos, el objetivo es el mismo: construir casas mínimas para familias que viven en chabolas y, a partir de ahí, movilizar a la comunidad para que se organice –si no lo estaba- y promover proyectos relacionados con la educación, la sanidad y la asesoría jurídica. En todo este proceso, además, se produce un intercambio entre la población de las comunidades y los voluntarios. “En Chile, por ejemplo, sólo un porcentaje muy bajo de la población va a la universidad. Se trata de que gente que quizás tenga en el futuro cargos de responsabilidad participe ahora de voluntariado con el Techo y conozca y se implique en los problemas de su país”, concluye Alba Bosch.
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