Historias de Voluntariado


Vacaciones para el Alma

Autor/a
Raquel Quiroga Vizcaíno
País
Nicaragua

Es una historia de Raquel Quiroga Vizcaíno

Así quise titular mi pequeña experiencia personal como voluntaria en un proyecto de cooperación internacional que se lleva a cabo en el archipiélago de Solentiname, en Nicaragua. Todo surge cuando a través de una amiga descubro que existe el Programa de Voluntariado Internacional “Vacaciones Solidarias” de la Diputación Provincial de Huelva. Mi aventura se inicia en marzo de 2011 cuando entrego mi solicitud para participar y comienzo a pasar las diferentes fases de selección que nos llevarían a 35 personas a poder participar en los diferentes proyectos que tienen puesto en marcha en América latina y África. El 29 de abril tras un duro proceso de selección y formación (he de decir que fue sumamente emocionante y divertido, ya sólo esto fue un maravillosa experiencia) y coincidiendo con el día de mi cumpleaños, me enteré que había sido seleccionada. ¡Me iba a Nicaragua en Agosto durante un mes! Desde ese momento todo eran nervios, me iba a una isla sin agua potable, electricidad, con una dieta restringida y en medio de la selva con fauna y flora que prefería no conocer de antemano para no arrepentirme. Sobre todo la incertidumbre de si conectaras con la población, su cultura, costumbres, etc. El 1 de agosto comenzó mi gran aventura con un sin fin de etapas hasta poder alcanzar mi objetivo. Sólo llegar a la isla de Mancarrón, que era donde me iba a instalar, nos costó a mí y mis tres compañeros de destino tres días. ¡Tres días maratonianos para llegar desde Huelva al archipiélago de Solentiname, ya que teníamos que atravesar la mitad de Costa Rica para llegar a la frontera con Nicaragua, y una vez allí esperar al barco que dos veces a la semana ponía en contacto al archipiélago con tierra firme. El momento de la llegada fue muy emocionante, estaba en el paraíso con todas las letras, el entorno era precioso y nos alojaron en casas de familias maravillosas, que hicieron que nos sintiéramos como en casa a pesar de no disponer de las comodidades que tenemos en el día a día de nuestra vida aquí. Es asombroso como te puedes adaptar tan rápido a situaciones que en nuestra vida cotidiana serían impensables hoy por hoy, como lavar la ropa a mano en el lago y asearte en él mismo cada día, no disponer de un grifo del que salga agua potable que puedas beber y tener que acostarte a las 7 de la tarde porque oscurece y no hay luz, un simple enchufe. Pronto conocimos a los niños y niñas de la escuela con los que íbamos a poder trabajar por las tardes en la biblioteca, mediante juegos, dinámicas, talleres, manualidades, etc. ¡Fue genial! También tuvimos la oportunidad de trabajar con las mujeres del archipiélago que se estaban formando en hostelería, peluquería y estética, realizando actividades transversales como abordar el problema de violencia de género, que se encuentra tan extendido en Nicaragua, asociado en la mayoría de los casos al alcoholismo de uno o varios miembros en casi todas la familias, siendo un problema muy generalizado que causaba consecuencias devastadoras en la población en general y en particular en los niños y niñas. Otra área en la que trabajamos, fue la de supervisar los huertos familiares y arrozales, así como las pilas de agua, que nos permitían estar en contacto directo con las familias y sus formas de vida, y así un sin fin de actividades más, a cada cual mas interesante. Cuando comienzas a acostumbrarte al ritmo de vida al que van ellos, “...suave…”, es cuando comienza la cuenta atrás para tu regreso y haces una reflexión interna en la que intentas poner en la balanza qué has aportado y qué te llevas,….buaahhh por descontado sales ganando, mi alma estaba limpia, serena y contenta; en definitiva, había crecido ¡y mucho! Por eso y sin lugar a dudas a mi regreso cuando me preguntaban: ¿Cómo te ha ido?, Yo les contestaba: “han sido unas vacaciones para el alma” y no entraba en detalles, necesitaba digerir primero todo lo que allí había aprendido, no quería que se me escapara un detalle, esto era una experiencia única y no quería que pasara nada por alto. y tras meses desde mi vuelta, puedo asegurar que ha sido la experiencia mas increíble y enriquecedora de mi vida como profesional desde luego, ya que soy trabajadora social, pero como persona aún más.

 
 

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