Historias de Voluntariado


Voluntariado en la Reunión Anual del Cemefi

Autor/a
Meritxell Arbós
País
México

Es una historia de Meritxell Arbós

Quiero compartirles mi experiencia como voluntaria en la Reunión Anual del Cemefi 2011, la cual fue muy gratificante al ver tantas personas poniendo su mayor desempeño y esfuerzo en hacer de México un país mejor. Como española que ya tengo 4 meses viviendo en México, D.F., y aunque siempre he contado con el apoyo de mi novio, se me hizo duro tener que soportar la incomprensión de algunas personas cercanas a mí por querer hacer voluntariado. Sin embargo, y a pesar de que todavía hay muchos mexicanos con la mentalidad cerrada a ayudar a los demás, vi que poco a poco se van uniendo esfuerzos para que esto cambie. Durante la Reunión Anual, me gustó mucho el trato que recibí por parte del equipo del Cemefi, que me hizo sentir como parte de la organización. Además, pude aprender muchas cosas, especialmente sobre la necesidad de involucrar a la sociedad y las instituciones públicas para un mejor desarrollo de la vida de las personas y del entorno. De manera general, considero que es una oportunidad para conocer todas las acciones que se están llevando en el país y es un espacio para compartir experiencias entre organizaciones. Así, y debido a este buen sabor de boca que me dejó esta experiencia, considero que volvería a ser voluntaria de la Reunión Anual de Cemefi el próximo año. Por fortuna y debido a que desde pequeña mi familia me ha inculcado el ser solidaria con los menos afortunados, no sólo en términos económicos sino también de dedicar tiempo y esfuerzo, recomiendo siempre a mis amigos que sean voluntarios y que me acompañen en esta labor. Ahora que estoy en México, mi novio quiere involucrarse en el voluntariado, acompañarme y vivir esas experiencias que yo le digo que llenan el corazón. Y poco a poco espero que su familia y amigos, al ver el entusiasmo con el que colaboramos, quieran acercarse a esta forma de vida. De hecho, anteriormente ya había hecho un voluntariado en Madrid en ASION (Asociación Infantil de Oncología). Esta asociación surge a partir de un grupo de padres con hijos afectados por cáncer. Posteriormente estuve como voluntaria en la Fundación de Ingenieros de ICAI para el Desarrollo, encargándome de la coordinación del área de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa. En ASIÓN la labor de los voluntarios era acompañar a los niños y sus familiares por las tardes, realizando diferentes actividades, en los hospitales. Todos los voluntarios dábamos lo mejor de nosotros, pero considero que recibíamos de esos niños y sus familias, mucho más de lo que dábamos. Ahí potencié mi creatividad al tener que buscar maneras para que los niños que se encontraban aislados pudieran participar en dichas actividades. Y la sonrisa de esos niños al no sentirse excluidos de las actividades era el mejor regalo que podía recibir. Desgraciadamente tuve que dejar de participar con ASIÓN al no poder compatibilizar mis horarios laborales con los horarios de asistencia a los hospitales. Más tarde, mi hermana me habló de la Fundación de Ingenieros de ICAI para el Desarrollo, la cual acababa de constituirse a partir de un grupo de ex-alumnos de dicha universidad. Ella estaba participando en el área de desarrollo de proyectos y me dijo que necesitaban un coordinador para el área de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa. Como son temas que siempre me han gustado, dije que podían contar conmigo. Aunque mi vida profesional apenas me dejaba tiempo libre para acudir a la sede de la fundación, podía desarrollar las actividades desde casa por las noches y quedando los fines de semana con el grupo de voluntarios que tenía a mi cargo. Además, dada mi experiencia como procuradora de fondos (trabajaba en una consultoría para conseguir financiación pública para proyectos empresariales), prestaba mi apoyo al área de procuración de fondos siempre que me lo requerían. Por último, como quería participar en un proyecto en campo, me incorporé a un grupo de voluntarios de la fundación que estaba desarrollando un proyecto de instalación de paneles fotovoltáicos en poblaciones indígenas de la sierra de Perú. Desgraciadamente, y de nuevo por motivos laborales, participé en el desarrollo del proyecto pero no pude participar en la implementación del mismo. En la fundación estuve colaborando hasta que me vine a México DF. Ahora en México colaboro en Christel House. Es un colegio para niños en situación de extrema pobreza. Siento que es una experiencia muy enriquecedora y conmovedora a su vez. Muchos de esos niños están faltos de cariño (son huérfanos, han sido abandonados, sus padres están en la cárcel, etc.) y lo único que quieren que es que les dediques un poco de tu tiempo. Por todas estas experiencias que les comparto, el ser voluntaria es algo que quiero continuar haciendo en cualquier área es muy gratificante y enriquecedor. Estar en campo, en contacto con las personas que reciben la ayuda, hace que uno se dé cuenta de lo afortunado que es y ver cómo ellos te reciben con los brazos abiertos y te dan lo poco que tienen, hace que quieras ayudar más y más. Pero considero que dada mi formación y experiencia laboral puedo aportar mucho más colaborando “desde oficinas”. Por eso me gustaría iniciar en realidad un voluntariado que me permita entrar trabajar en una organización sin ánimo de lucro (o en una empresa en el área de responsabilidad social corporativa) y una vez que me dedique profesionalmente a esto, pasar a realizar el voluntariado en campo fuera del horario laboral.

 
 

OPORTUNIDADES

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