Historias de Voluntariado


Recuerdos inolvidables de un viaje a Ecuador

Autor/a
Tak Takasu
País
Ecuador

Es una historia de Tak Takasu

“¡Oh, pobre mi niña!” exclamó la mamá de mi mejor amiga en Catamayo, Ecuador, después de escuchar que yo vivía sola en los Estados Unidos. Mientras hablaba con la madre de mi amiga en una cena de despedida, ella me dijo que se sentía muy emocionada de que yo iba a volver a casa con mi familia. Sin embargo le conté que ya no vivía con ellos. Me sentí anonadada cuando vi. la expresión de sorpresa en su rostro. Pues, vivir sola es tan normal en los Estados Unidos que nunca lo pensé dos veces. Mi primera visita a Catamayo fue en 2003, como parte de una brigada con Hábitat. Esta era mi cuarta visita, y en esta ocasión como una voluntaria individual por un mes. La vida en Catamayo es muy diferente. La mayoría de la gente no tiene los lujos que nosotros consideramos normal, como: agua caliente en las duchas, automóvil, computadoras o hasta teléfonos. Las familias numerosas viven juntas en espacios muy pequeños, por que es todo lo que pueden pagar. Los niños trabajan para poder seguir con sus estudios o para ayudar a sus familias. Pero Aunque no son ricos en cosas materiales, son ricos en amor. Se cuidan los unos a los otros, son generosos con lo poco que tienen y parece ser que no les molesta dejar entrar en su hogar a alguien de afuera, como yo. Me sentí bendecida y abrumada de emociones. Toda esta experiencia me abrió los ojos ante lo que muchos americanos se pierden a menudo. Empecé mi voluntariado con Hábitat, queriendo hacer una diferencia en la vida de aquellos que tienen menos, pero he recibido mucho más a cambio. He aprendido el valor que tiene la familia, el significado de un hogar, la importancia de la educación para los niños, como ayudar a los demás y el verdadero valor de la amistad. Fue la gran sonrisa en el rostro de mis pequeños amigos mientras corrían hacia mí cuando me bajaba del bus local. Fue el sentarse en la mesa con la familia, compartiendo historias mientras comíamos, disfrutando de su nueva casa, que yo ayudé a construir. Fueron las conversaciones que tuve con mi mejor amiga mientras caminábamos por maizales bajo el cielo soleado. Y son los mensajes que sigo recibiendo de Catamayo que me piden volver. Si, estos son los momentos preciados e inolvidables que atesoro en mi corazón. La experiencia me ha ayudado a reevaluar las prioridades en mi vida, y me han ayudado a ser más humilde y generosa. Estoy orgullosa de tener gente en Catamayo a la cual puedo realmente llamar mis amigos.

 
 

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