Historias de Voluntariado


Haciendo Una Diferencia

Autor/a
Jonah Berman
País
EE.UU.

Es una historia de Jonah Berman

"Fue en algún punto entre los primeros pasos de Maykol y las primeras palabras de Regina que me di cuenta de que estaba haciendo una diferencia. Para ser honesto, pasé mis primeras semanas en el Hogar Esperaza preguntándome si mi presencia allí, realmente le importaba a alguien. Lucas nos había advertido que habría momentos en los que nos sentiríamos como si estuviésemos recibiendo mucho más de lo que estábamos dando, y por un largo tiempo, me sentí como el fiel ejemplo de eso. Es decir, seguro, hacíamos las vidas de las Tías un poco más fácil, pero en seis meses, un año después yo no estaría, ¿recordarán mi nombre? ¿me reconocerían en la calle? Y entonces, Maykol dio sus primeros pasos solo. Y Regina, de un año, dijo “hola”. Y me di cuenta que había estado perdiendo el punto. Esto no era sobre mi. Era sobre algo mucho, mucho más grande que yo. Mi decisión de ir a Chile, como todas las decisiones que tomamos, obviamente involucró algunos intereses egoístas. 2 años después de terminar la universidad, me encontré creciendo aburrido del nivel de trabajo de mi oficina, anhelando algo diferente, algo más desafiante. Así, me cambié a mi casa para ahorrar suficiente dinero para viajar por un tiempo. Vería otra parte del mundo, aprendería otro lenguaje, conocería nuevas personas, expuesto a una cultura extranjera. Pero también, no quería repetir mi último semestre de la universidad en el extranjero: un puñado de jóvenes estadounidenses explorando los bares y clubes nocturnos de una glamorosa ciudad extranjera. Y entonces, cuando encontré Voluntarios de la Esperanza, fue perfecto: no sólo podría ampliar mis horizontes, sino que podría dar algo de mi a una comunidad de niños en necesidad. Y la decisión de ir al extranjero para prestar servicios, cuando fácilmente podría haber decidido ir a mochilear por 5 meses, nunca sentí que algo así fuera una opción. Al crecer en la clase media de Estados Unidos, tuve la suerte de tener cosas que a menudo di por sentado – comida en la mesa, una familia cariñosa, un techo sobre mi cabeza. Y yo no había hecho nada para merecer esas comodidades, sólo era algo en lo que había nacido. Entonces, cuando decidí ir al extranjero, sentí que era una responsabilidad devolver algo al lugar, yo esperaba, iba a darme mucho. Y si sólo pudiera entregar un tenue brillo de esperanza a un niño, mi viaje sería un éxito. En todos los aspectos, mi tiempo con Voluntarios de la Esperanza en Chile, me dio mucho más de lo que yo hubiese pedido. Me convertí en parte de la familia del Hogar Esperanza, y no importaba si estaba haciendo una tarea importante, como llevar al hospital a un niño enfermo, o una tarea más fácil como limpiar el piso; todo apuntaba a un solo objetivo: proveer un hogar cariñoso y preocupado a una comunidad de niños a los que se les ha negado un soporte básico que cualquier niño debería tener. Ahora, mi tiempo allí no estuvo exento de desafíos. Y eso que yo trabajé en la casa de guaguas, con niños de cero a seis años, mis desafíos eran únicos. Por decir algo, cuando cambié el pañal de Osvaldo y él movía sus piernas en el aire hasta que tuve que desistir de tamaña tarea. No estoy seguro si alguno de ustedes a perdido una pelea con un niño de dos años, pero es bastante desmoralizador. O incluso los desafíos diarios en una cultura en donde cada palabra, cada movimiento tiene que ser planeado y bien pensado, para así no violar las leyes culturales, o decir mal una palabra y ganarse esa mirada confusa que te grita “aprende nuestro lenguaje y regresa a mi cuando sepas lo que estás diciendo”. Muchas personas me preguntaron, antes de viajar, por qué estaba viajando tan lejos para entregar un servicio que fácilmente podría haber hecho en mi propio país. Y comprendo que nuestro país también tiene sus propias necesidades. Pero los niños no reconocen los límites entre países. No ven fronteras. En la última polera de Voluntarios, hay una cita que dice “todos los niños somos iguales”. Y creo fuertemente que un niño necesitado en Chile merece nuestro cariño y atención, de la misma forma que un niño necesitado en los Estados Unidos, o en cualquier parte del mundo. Y no sólo eso, pero mi tiempo en Chile ha fortalecido mi deseo de pelear la injusticia en el mundo, y a continuar trabajando para entregar igualdad de oportunidades para los niños y familias en comunidades menos afortunadas. Y creo que esa es una de las llaves de Voluntarios de la Esperanza: devolver a los voluntarios a sus países con una dedicación renovada de la justicia social en la que continuarán trabajando a lo largo de todo el mundo. Vivimos en un mundo en donde mucho de lo que vemos en las noticias o leemos en los periódicos son malas historias. Soldados muriendo en el Medio Este. Violencia en las ciudades. Desastres naturales. Pero lo que no oímos a menudo son las buenas historias. El profesor que pasó su vida educando a la juventud de nuestro país. El hombre que entró a una casa en llamas para salvar a un niño. O los voluntarios que viajaron por los continentes para entregar su corazón y alma a los niños en necesidad. Voluntarios de la Esperanza es una de esas buenas historias, y necesita ser escuchada. Mientras mi tiempo en Chile se acaba, seguiré trabajando con Lucas y los Voluntarios en la administración para asegurar que la organización prospere y tenga éxito en los años venideros. Así, como les dije al principio, esto fue algo mucho más grande que yo. Y lo fue. Puede ser que Maykol no recuerde que yo ayudé a enseñarle a caminar. Cada vez que Regina diga “hola” lo más probable es que no esté pensando en mi. Pero lo que es importante es que no fui yo específicamente el que ayudó a realizar estas cosas. El punto es que hubo alguien allí para los niños cuando una buena familia no lo estuvo. Alguien que de abrazos, besos y el apoyo que cada niño, sin pensar en su nacionalidad, merece tener. Alguien que les muestre a cada niño que su vida importa. Y alguien que les de un rayo de esperanza, en donde antes no lo había. El rayo de esperanza guía la misión de Voluntarios de la Esperanza, y confío en que Voluntarios de la Esperanza continuará siendo un signo de esperanza para los niños en Chile y a través del mundo". Experiencia obtenida en: http://www.voluntariosesperanza.org País: Chile

 
 

OPORTUNIDADES

Visita hacesfalta.org.mx empleo

PUBLICIDAD