Historias de Voluntariado


Voluntariado: extranjeros que vienen para ayudar

Autor/a
Lorena Oliva
País
Argentina

Es una historia de Lorena Oliva

Con motivaciones distintas que van desde poner en práctica lo que aprendieron hasta el hecho de ver que su obra de unos días es pagada con una sonrisa, lo cierto es que quienes cruzan el mundo para ser solidarios en nuestro país representan un fenómeno saludable y en alza… Es probable que los más jóvenes lo vivan como una aventura; que los de edad intermedia deseen una vivencia que los saque de la rutina, en tanto que los más maduros busquen, principalmente, beneficiar a otros con sus años de experiencia. Las motivaciones no son las mismas. Pero algo tienen en común todos estos seres que un día deciden subirse a un avión y dejar, en forma desinteresada, su granito de arena en un país extranjero: la "ganancia" con la que regresan a sus lugares de origen es el recuerdo de la sonrisa de un chico, el agradecimiento de alguien a quien acompañaron o, simplemente, un nuevo amigo. Así lo confirma Lisa, asistente social estadounidense que, mientras relata su experiencia vía correo electrónico desde su país, prepara su equipaje para volver a la Argentina, luego de su primera visita en noviembre de 2004. "Durante mi año de estadía, entre los diferentes trabajos voluntarios que realicé, trabajé cuatro meses como maestra de inglés en una escuela primaria, en un pueblo chaqueño llamado Pampa del Indio. Allí me hice muy buena amiga de varias familias. Una de ellas me trató como a un miembro más y ahora me invitó al casamiento de una de las hijas. Estoy muy feliz porque, además, voy a volver a ver a todos mis alumnos", explica. Lisa llegó a nuestro país de la mano de Voluntarios por el Mundo, una de las diferentes organizaciones locales q ue funcionan como puente entre el creciente interés de personas extranjeras que llegan con deseos de colaborar y diferentes ONG, escuelas u hospitales dispuestos a recibir esa ayuda. Tendencia en aumento Aunque no hay cifras oficiales que permitan sostener esta afirmación, el fenómeno de la llegada a nuestro país de voluntarios extranjeros se parece bastante a una tendencia en ascenso. Por ejemplo, Help Argentina, otra organización, lleva movilizados casi 150 voluntarios en su año y medio de vida. Y se prepara para que en el transcurso de este año se multipliquen de manera considerable. "Sobre todo en junio, julio y agosto, cuando allí -por el hemisferio Norte- es verano", dice Jon Teel, coordinador de voluntarios. Es que, como puede imaginarse, la mayoría de los voluntarios que arriba proceden de países norteamericanos y europeos. "En nuestro caso, la mayoría es de Estados Unidos, pero también nos visitan franceses, ingleses, austríacos hemos tenido hasta uno de Estonia", agrega Teel. Lejos de percibir algún tipo de compensación económica por su trabajo, los voluntarios deben pagar a las organizaciones intermediarias. El monto, cercano a los trescientos dólares, es utilizado para solventar los gastos organizativos y, en ocasiones, colaborar con las instituciones receptoras que pueden ofrecer comida y alojamiento, aunque no siempre. La profunda crisis económica que afectó a nuestro país a principios de esta década no es un dato para desestimar en todo este proceso. No obstante, Silvina Rodríguez, presidenta de Voluntarios por el Mundo, cree que el efecto no fue tan beneficioso como podría pensarse. "Es cierto que la crisis elevó el nivel de notoriedad de nuestro país en el mundo. Pero a propósito de las noticias que se tenían de la Argentina, muchos voluntarios tenían miedo de venir. Una vez aquí, comprendían que la situación no era tan terrible como pensaban." Pareja de artistas Un caso diferente es el de Janno Mclaughlin y Peter Daverington, pareja de artistas que viajan por el mundo compartiendo, con todo tipo de comunidades, la experiencia de enriquecer espacios urbanos con el arte. Atraídos por la exitosa iniciativa de los Guardianes del Riachuelo, en la Villa 21 -donde un grupo de vecinos, convertidos en recolectores, ya han impedido que unas 150 toneladas de bolsas con basura acabaran en el Riachuelo-, estos artistas pintarán, a fines de mes, diferentes espacios de la villa. Los laberintos de Borges serán el hilo conductor de todo el trabajo. El papel del turismo El mayor número de extranjeros que comenzó a visitar nuestro país luego de la devaluación bien puede considerarse un factor que colaboró en el crecimiento de este fenómeno. "La Argentina es un país que en este momento está recibiendo mucha atención como destino turístico, y es especialmente interesante para la experiencia internacional en términos de atractivo turístico, complejidad de la problemática social, costos y, en el caso de las personas provenientes de Estados Unidos, proximidad geográfica", considera Alejandra Gerosa, coordinadora de comunicación de Help Argentina. Así parece confirmarlo la experiencia de Roman Micarian. Deseoso de realizar alguna actividad en otro país, este australiano cuenta que se decidió por la Argentina luego de explorar un CD sobre sus variados atractivos turísticos. "Conocí a un argentino en Australia que me contó muchas cosas buenas sobre su país de origen. Una vez aquí tuve la oportunidad de trabajar como voluntario, y adentrarme en la cultura y las costumbres argentinas. Al mismo tiempo, pude recorrer el país como turista." Obviamente, el voluntario no es el único que se enriquece con esta experiencia. "Las organizaciones que los reciben se enriquecen también mucho. Por un lado, estas personas cuentan con un caudal de experiencias diferentes, ya que provienen de otro país. Entonces ofrecen nuevas ideas, nuevos puntos de vista. Pero tal vez lo más importante es que permiten que el otro compruebe que el ser humano es, en esencia, igual, viva donde viva", dice Silvina Rodríguez. Ana María Arriarán coincide con ella al compartir su experiencia como directora de la Fundación Alimentar Enseñando, que recibe voluntarios desde hace un año. "Tal vez sea porque llegan sin preocupaciones de tipo económico, pero es evidente que los voluntarios extranjeros se vinculan de otra manera con la gente. Vienen con una necesidad imperiosa de ayudar y se muestran dispuestos a hacer lo que sea. Es común que, además de hacer su tarea, laven platos y poden árboles. Cuando se van, sentimos que hemos ganado nuevos amigos. Por suerte hoy existe el e-mail y podemos seguir en contacto". Con otra mirada y buenos resultados "Amigo ¿jugamos a la pelota?", le pregunta el pequeño Zacarías a Dominic, un joven psicólogo austríaco que, durante los próximos meses, colaborará con la Fundación Alimentar Enseñando. Se lo nota muy entusiasmado con la experiencia. "Vengo buscando hace mucho tiempo algo así. Pero muchas de las organizaciones que figuran en Internet piden mucho dinero. Cuando comenzaba a desanimarme, surgió esta posibilidad", explica con un español casi impecable gracias a que estuvo viviendo un año en España. Junto a él está Brianna, estudiante norteamericana, de 20 años, que se esfuerza por poner orden entre los adolescentes, no mucho menores que ella, que se refrescan en la pileta de la institución. "Espero que mi estada me ayude a entender más acerca de los problemas económicos y sociales, y me permita aprender cómo se puede ayudar de una manera más efectiva", confía. Ana María Arriarán dirige junto con su esposo esta organización que funciona en la que, en otro tiempo, era su casa de fin de semana en General Rodríguez. Allí trabajan para mejorar la calidad de vida de unas sesenta familias del lugar. Los niños pasan el día y se llevan una vianda para la noche. Los padres y madres desocupados también son bienvenidos. No sólo reciben contención, sino también capacitación, una herramienta fundamental para reinsertarse socialmente. Conectada con la gente de Help Argentina, Arriarán recibe voluntarios desde hace un año. Y no puede disimular que está encantadísima con la iniciativa. "El aporte de ellos es invalorable. En más de una ocasión nos demostraron que la solución de algunos de nuestros problemas era mucho más simple de lo que pensábamos." Arriarán se apura a aclarar que, con sus palabras, no quiere desmerecer el valioso aporte de los voluntarios locales que colaboran con la organización. "Lo que ocurre es que, en este caso, el entusiasmo inicial acaba diluyéndose ya sea por cuestiones económicas o porque puede resultar engorroso trasladarse todos los días hasta acá. En cambio, los extranjeros ya tienen todo programado y pueden entregarse de otra manera." En el año que lleva recibiendo ayuda extranjera, esta mujer recuerda especialmente el paso de David Irons, un médico de familia inglés que dejó una huella profunda en la institución en, apenas, dos meses y medio. "Como se hospedó todo ese tiempo con nosotros, comprendió muy bien el trabajo que realizamos. Desde que llegó se preocupó por el tema médico de las familias en general y organizó de una mejor manera nuestro sistema de salud. No sólo nos orientó desde su conocimiento médico, sino también desde el humano." Valiosas mejoras en el consultorio médico, un otoscopio, el dinero para arreglar el motor de las heladeras del lugar y hasta la poda de unos eucaliptos son algunos de los aportes de Irons. Sin embargo, por lo que más es recordado entre los chicos es por una estructura de troncos que construyó con sus propias manos. "Habíamos recibido la donación de unos troncos con los que yo tenía pensado construir un juego. Cuando le conté cómo quería hacerlo me contestó: ´Eso es aburrido, déjame a mí". Los chicos, agradecidos. Arriarán asegura que, en efecto, el resultado fue más original y divertido. Fuente: Diario / Argentina

 
 

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