Historias de Voluntariado


30 años a favor de indígenas en México

Autor/a
María Eugenia Ramírez España de Guajardo
País
México

Es una historia de María Eugenia Ramírez España de Guajardo

Debido a que desde niña deseaba entregarse a la vida religiosa y a través de ella ayudar a sus semejantes, desde hace 30 años la madre Carmen Alma Muriel realiza labores sociales y educativas en beneficio de los indígenas de Nacajuca, Tabasco. Nacida en la Ciudad de México en el año de 1922 y con el afán de cumplir con esa misión de servicio al necesitado, a los 24 años de edad entra a la vida religiosa con las Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio en la ciudad de Nueva York. A su regreso, en 1950, se vinculó de inmediato al servicio del dispensario que las Auxiliadoras del Instituto acababan de establecer en la Villa de Guadalupe, donde con la ayuda de varios médicos, atendía a enfermos de esa colonia. En 1956, después de pronunciar sus votos, fue enviada a París para formalizar su preparación como trabajadora social, donde aprovechó el tiempo para realizar una doble labor: estudiaba servicio social familiar y daba servicio doméstico gratuito a personas inválidas e incapacitadas. Además, en su calidad de educadora familiar se ocupaba de llevar alivio espiritual frente a los problemas particulares de cada familia. Dos años después estuvo en España realizando servicio social con jóvenes afectados por el síndrome de down. En 1962 regresó a nuestro país y se instaló en los barrios pobres de Cuernavaca donde siguió trabajando con los jóvenes para ayudarlos a combatir el uso de las drogas y el alcohol, sustituyéndolos por una vida sana, alegre, digna y adecuada para su edad. En 1969 es enviada a Nacajuca Tabasco, a petición del Sr. Obispo Antonio Gallegos. Ahí, el gran atraso ancestral que por diversas razones confronta este pueblo indígena, inquietaron su conciencia y cuando en un recorrido por Nacajuca, la gente del pueblo indígena le pidió que se quedara, accedió. Un año de convivencia con los indígenas permitió que la madre Carmen Alma Muriel palpara la carencia de infraestructura que impide el desarrollo de una sociedad, como falta de escuelas, centros de salud y planes de trabajo para el desarrollo agrícola de los indígenas, pero gracias a que logró identificarse con ellos, se despertó el interés por el progreso y juntos planearon una amplia obra social que los beneficiara en toda su integridad como personas. Es por eso que en junio de 1970, junto con un grupos de personas, se propone fundar la Asociación Sociocultural de las Zonas Rurales de Tabasco A.C., con el fin de elevar el nivel social y cultural de las familias indígenas a través de diversas enseñanzas, dando énfasis a la formación de jóvenes y mujeres. También se crea un Instituto Técnico Agropecuario, una escuela de promotoras rurales, diversos centros de capacitación en las comunidades, y de ayuda a las familias más necesitadas, con lo cual se ha logrado: · Preparar técnicos agropecuarios que actualmente prestan su servicio en la Secretaría de Agricultura en Villahermosa y otras instituciones oficiales · Que con el uso de semillas mejoradas y plaguicidas, los cultivos fueran mejores · Incorporar la enseñanza de actividades como carpintería, dibujo, pintura y cerámica, además de centrar especial atención a mujeres indígenas a las cuales inculcó el valor por su lugar de origen, su comunidad y su patria · La utilización del tractor y el arado El impulso a la educación fue otro de los intereses prioritarios de la Madre Muriel, por ello, uno de los medios utilizados para que esta tarea se lograra de forma efectiva fue el empleo de profesorado indígena local, además de conseguir que miembros de la asociación becaran a jóvenes de la región para que estudiaran en las mejores escuelas técnicas, agrícolas, artesanales y de trabajo social en entidades como Colima y el Estado de México. Con este mismo objetivo formó a un grupo de maestras indígenas que semanalmente van a las rancherías para hacer trabajo de alfabetización bilingüe y de asistencia social. El gran aislamiento de las rancherías que constituyen el distrito de Nacajuca y la incomunicación que sufren, fue una de una preocupación más de la Madre Muriel, por lo que centró su atención en convencer y lograr que los propios indígenas se interesaran en sus caminos vecinales, además de instar a las autoridades a construir caminos carreteras y puentes, con lo cual se ha conseguido romper el aislamiento en que se encontraban. Actualmente, uno de sus proyectos futuros es la construcción de la "La Casa de los Ancianos", proyecto de gran importancia cuyo objetivo es ayudar a quienes ya no tienen hogar ni medios para subsistir, y aunque personas consientes de esta urgente necesidad han aportado donativos, dicho proyecto aun no ha llegado a su meta final. Recibió el Premio Nacional al Voluntario 2001 de manos del presidente de la República Mexicana, Vicente Fox.

 
 

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