Se necesita un equipo que comprenda los retos a los que se enfrentan los pacientes en el día a día
- Autor/a
- Josephine Class, Directora Administrativa
Es una historia de
Josephine Class, Directora Administrativa
He querido ser enfermera desde niña... y, de hecho, soy la primera enfermera de mi familia. Me parece que haber entrado en contacto con el mundo de la atención de salud cuando era pequeña me impresionó profundamente. Mi madre solía llevarme con ella siempre que iba al hospital.
Durante mis estudios de enfermería, fui voluntaria en el Calvary Hospital, un hospital dedicado a los pacientes de cáncer en fase avanzada. Esta experiencia hizo evidente mi disposición a trabajar en el ámbito de la oncología y a ayudar a los pacientes en su lucha contra el cáncer.
Creo que se trata a los pacientes de forma distinta por motivos económicos y culturales.
Estoy convencida de que todos los pacientes que llaman a nuestra puerta merecen recibir un tratamiento médico de calidad, independientemente de su situación socioeconómica.
Uno de los retos del Ralph Lauren Center es encontrar la forma de brindar tratamiento médico a todos los pacientes que llaman a nuestra puerta y superar los obstáculos que les impiden tener acceso a una atención médica de calidad.
Me uní al Ralph Lauren Center porque creo en su filosofía y su misión. El paciente es el centro y el núcleo de nuestro proyecto. Estamos aquí para prestar servicios que, o no se encuentran en la comunidad o si los hay, no son lo que creo que deberían ser.
Otro obstáculo es conseguir que la comunidad crea que podemos hacer lo que decimos. Nos ganaremos su confianza y respeto si no nos desviamos de nuestra misión. Vamos a asegurarnos de que todos los pacientes que llamen a nuestra puerta reciban los servicios que merecen.
Cuando estaba trabajando en una consulta de oncología privada, me encontré con una joven paciente de cáncer de mama. Aunque fue hace algunos años, la recuerdo perfectamente. Además de tener la misma edad, teníamos muchas cosas en común, por ejemplo, que las dos estábamos a punto de casarnos. Se estableció un vínculo entre nosotras inmediatamente y nos hicimos amigas al momento.
Me convertí en su amiga y enfermera durante su lucha contra el cáncer. Desgraciadamente, cinco años después, perdió la batalla contra esta enfermedad. Las experiencias vividas junto a ella, como enfermera y amiga, me marcaron tanto personal como profesionalmente. Me ayudaron a ver la vida bajo la perspectiva de las cosas que realmente son importantes. Recuerdo que ella, en la fase terminal de la enfermedad, lo que más deseaba era ser capaz de dar un paseo y tener una cama cómoda. Después de esta experiencia, aumentó mi compromiso, dedicación y compasión hacia aquellos a los que sirvo, así como también mi aprecio por la vida.