Historias de Voluntariado


Miremos a nuestro alrededor ¡Ayudemos!

Autor/a
Carlos León H.
País
México

Es una historia de Carlos León H.

Muchos de nosotros - me incluyo - pensamos al ver personas discapacitadas o especiales y lo primero que sale de nosotros es: “pobrecito...¡” en un tono de lástima. Amigos, les cuento que he descubierto que de pobres no tienen nada. Son más ricos, fuertes y felices que muchos de nosotros. Lo pude entender al ver el rostro de un niño con síndrome de down, corriendo con todas sus fuerzas, terminando una carrera, no importa en que lugar, todos son ganadores... una cinta de participación o una medalla la lucían orgullosos en sus pechos. O al ver a sus amigos, profesores, a sus padres, abuelos y hermanos, alentándolos hasta las lagrimas.....sentí que el “pobrecito” había sido yo por no conocerlos. Dios ha elegido a estas personas para bien y ha otorgado una oportunidad única a sus familiares, a sus amigos y todos los que están cerca de ellos de aprender. Dios los ha bendecido. Amigos, ver a una niña terminando una carrera de 200 metros...luego de más de dos minutos de acabada la prueba.....y toda la gente alentándola en cada paso o a una adolescente que para correr tenía que ser guiada por su profesora que corría delante de ella haciendo sonar una pandereta... es un nudo en la garganta, no se puede evitar llorar de felicidad, es un aliciente que nos hace creer que no todo es malo en esta vida...ese día que fui como voluntario a las Olimpiadas Especiales organizadas por Kallpa terminé con las manos rojas de tanto aplaudir. Ayudar a los que necesitan puede parecer una tarea difícil, pero no lo es si lo quieres hacer, debemos hacerla sin mirar a quien, sin elecciones ni discriminaciones, sin esperar nada a cambio, sin dar solamente de lo que nos sobra. Miremos a nuestro alrededor, debe haber alguien que necesite de nuestra ayuda, que necesite amor o ser escuchado, no necesariamente tienen que ser personas discapacitadas o especiales, puede ser nuestro hermano, nuestros padres o nuestro hijo, quizás un amigo o la persona que vemos todos los días en la esquina de nuestro barrio. A veces es necesario cerrar los ojos para ver mejor. Luego de esta experiencia, me he quedado con muchas imágenes que no podré borrar nunca, pues además no las quiero olvidar. Me gustaría contárselas una por una, pero más importante y valioso sería que ustedes mismos las sientan, les invito a participar en los programas de ayuda de su comunidad. Les escribo desde Perú.

 
 

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