Como voluntaria nada perdí, mucho gane
- Autor/a
- Ángeles Arcos Martínez
Es una historia de
Ángeles Arcos Martínez
Comparto con ustedes las experiencias que he tenido al involucrarme como voluntaria en distintas acciones de beneficio a poblaciones desprotegidas, comenzando por "Nadino", un grupo juvenil en el cual realizábamos actividades de formación humana en jóvenes, mismos que a través de campamentos aprendían, en un periodo de tres a cuatro días a sobrevivir en equipo, abarcando todo los aspectos, desde reconstruir sus casas de campaña y hasta provocar que sus alimentos duraran por días, sin olvidar la parte humana, en donde ofrecíamos platicas sobre el valor de trabajar en equipo y la vida como miembro de una sociedad.
De los campamentos pude darme cuenta de lo importante que es despertar la participación de ayuda y trabajo en equipo, sabía que cada uno de los participantes trabajaba en tierra fértil y que la semilla se cosecharía en la vida diaria de los participantes, ya que empezamos a ver que en toda actividad realizada no se interponían diferencias.
En ese entonces, también realizábamos colectas de despensas para llevar a “zonas perdidas”, pero no era todo, ya que previo a la entrega de las despensas organizábamos obra de teatro, juegos para los pequeños, concursos, y muchas otras cosas. Es muy cierto, siempre te vas a encontrar con personas en situaciones difíciles, desprotegidas, sin apoyo, pero te dejan una satisfacción enorme, una enseñanza cultural y social muy diversa, y la oportunidad saber como compartir la vida desinteresadamente.
Por otra parte, en vacaciones de verano organizábamos cursos para jóvenes de formación integral, en los que también realizábamos talleres de motivación y juegos; era tan importante lo que hacíamos que un día existió la oportunidad de hacer un intercambio de proyectos con organizaciones de jóvenes en Italia.
En mi trabajo como voluntaria tuve la fortuna de integrarme a la labor de una organización que atendía a niños especiales, en donde descubrí la hermosa forma de ser de estas personas; para comunicarme con ellas tome un curso para poder “dialogar” sobre lo que sentían y necesitaban, ya que eran sordomudos, pero en realidad cuando se trabaja con amor a la camiseta no es necesario ser un experto, ya que con el amor que transmiten los niños no hace falta otro medio para comunicarse. Es maravilloso compartir que un abrazo o una forma “brusca” de estar contigo te hace saber que tan importante eres para esa persona.
Afortunadamente al ingresar a la preparatoria, tuve la oportunidad de continuar con mi trabajo por los demás, ya que en la escuela se organizaban diversas actividades a beneficio de instituciones de ayuda: Realizábamos colectas de ropa y juguetes, preparábamos actividades recreativas, en donde las niñas y niños eran sorprendido dulces, regalos, Etc…
Dentro de las mismas actividades que realizaba en la escuela apoyábamos una “casa cuna”, que atendía a niñas y niños con fuertes deficiencias físicas y mentales; allí ayudábamos a limpiar pisos, escaleras, ventanas, cambiar sabanas, esterilizar cuartos, bañar a niños, lavar dientes, dar de comer, bueno, realmente de todo; creo que ha sido una de mis mejores experiencias como voluntaria, ya que el hecho de que los niños terminaran sus alimentos era un triunfo para ellos y para nosotros, era un festejo, una emoción increíble. Era ponerte en el lugar de ellos por un solo segundo.
Dentro de ese mismo tiempo tuve la fortuna de ser invitada para acudir a una comunidad en el municipio de Zimapán, en el estado de Hidalgo, ocasión en donde conocí el calor humano de niñas, niños, jóvenes y adultos, quienes a pesar de su pobreza te ofrecían su hogar, sus alimentos, su vida. Posteriormente estuve en Guadalupe, una comunidad cercana a Zimapán, en donde promovíamos la utilización de sus recursos naturales y el cuidado al medio ambiente.
Asimismo visite la “Sierra de Oaxaca", donde la experiencia comienza al contacto con la naturaleza y el camino de una comunidad a otra, que en ocasiones era hasta de 2 horas, y todo solamente para llevar algo de lo que en otras comunidades se necesitaba: Promover el trabajo en equipo, cuidado al medio ambiente, educación, actividades recreativas y deportivas... realmente fueron momentos enriquecedores, con decirles que hasta aprendí algunas palabras en Mazateco, dialecto de la comunidad que vistamos.
Creo que mi crecimiento social y humano se lo debo a cada uno de los lugares en donde he sido voluntaria, cuyo trabajo lo he compartido de igual manera con mi familia y amigos.
He conocido distintas formas de vida, he aprendido que para ayudar basta con tener ganas y hacerlo bien, que sólo necesito mirar a mi alrededor y buscar caminos para contrarrestar las necesidades de la gente, claro, siempre pensando en con el apoyo de muchos más el camino es más corto.
Bueno, esto es un poco de lo que he hecho como voluntaria, sin embargo, se que aún tengo mucho tiempo por compartir, ya que sólo tengo 18 años. ¡Trabajen como voluntarios, nada pierden, mucho ganarán!.