Historias de Voluntariado


Como voluntario fue una aventura para explorar retos

Autor/a
Miguel de la Vega Arévalo
País
México

Es una historia de Miguel de la Vega Arévalo

Hola amigos de hacesfalta y a quienes lo visitan. Quiero compartir con ustedes mi experiencia como voluntario, la cual se remonta hasta en el verano del 97, donde tratando de aprovechar el largo verano de la universidad, estuve en el pequeño poblado de Mazunte, en el estado de Oaxaca. La intención era tratar de colaborar de algún modo con un proyecto de desarrollo sustentable, implementado por la organización Ecosolar, A.C. Al principio la experiencia resultó difícil y confusa, particularmente por no definir claramente las líneas de participación iniciales. Además hubo que pasar una etapa de conocimiento mutuo con los miembros de la comunidad, y la natural adaptación a tiempos y costumbres, pero una vez superada esa etapa se puede hablar de una experiencia que motiva a una gran reflexión y a una sensibilidad especial por el ser humano y su bienestar. Quedé gratamente sorprendido de sentir que siempre existió una retribución e inclusive una donación de tiempo y esfuerzo mucho mayor de parte de la comunidad que aquella que hubiera podido entregarles. El trabajo desinteresado no está exento de conflictos, sin embargo si existe un cierto proceso sutil de crecimiento, tanto de beneficiarios como de los propios voluntarios. De este modo trabajamos en algunos aspectos de la comercialización para cosméticos naturales producidos en el lugar, pero posteriormente llegué a realizar algunas labores para las cuales jamás me había preparado, tales como servir de ayudante en un bote pesquero de madrugada o bien apoyar en labores de traslados de emergencia al hospital de la localidad más cercana. Cuando uno comparte el esfuerzo, los sentimientos y de algún modo las razones de aquellos con quienes actuamos. Es cuando percibimos que existe una relación que va mucho más allá a la que se podría esperar por alguna retribución. Guiados por el respeto a nuestras diferencias y al interés en nuestras distintas realidades existe la posibilidad de lograr una vinculación humana que potencia el crecimiento de todos los participantes. La experiencia de un mes de residencia y trabajo pasó rápido. No sin preocupaciones y dificultades, pero el saldo final fue favorable y deja una sensación de querer hacer más todavía. Las necesidades siempre serán mayores que las manos que desean apoyar. Pero esperemos que cada día la brecha sea menor y existan muchos más aventureros que deseen explorar el reto de ser voluntarios y para esto no hay que ir hasta poblados lejanos. Basta con encontrar comunidades y personas carentes, con un potencial enorme de dar y compartir.

 
 

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