Historias de Voluntariado


Enseñar a mi hija a compartir con los demás

Autor/a
María T. Villanueva Herrera
País
México

Es una historia de María T. Villanueva Herrera

Quiero compartir con ustedes una experiencia muy bonita. En México celebramos el día de Reyes el 6 de enero; este día, mi pequeña hija que a la fecha tiene 3 años y 8 meses, repartió morralitos de dulces en una parroquia, a niños desamparados. Cuando llegamos a la parroquia, vi que era mucha gente, le comenté a mi mamá, "no nos van a alcanzar los morralitos, tenía entendido que serían como 50 niños" (llevábamos 50 morralitos, eran 60 los que había alcanzado a hacer, pero unos días antes habíamos regalado 10. Los morralitos los hice de fieltro y listones, con motivos navideños). Bueno, ese día, el templo estaba llenísimo, cuando la religiosa me dijo que los empezáramos a repartir llevé a la niña al frente y entre otra religiosa, la niña y yo, empezamos a repartirlos, yo sentía tan bonito que la gente pasaba y acariciaba a mi hija y le decían tantas cosas bonitas. Los morralitos alcanzaron para toda la gente, se repartió a chicos y grandes y había quien nos pedía para llevarle a otros niños enfermos que no habían podido asistir a la misa. No solo alcanzaron todos, sino que nos sobraron cerca de 10 morralitos, que le dije a la religiosa que se los entregara a la madre superiora, para que ella los repartiera a quien ella quisiera. Aún ahora, no me explico como alcanzaron para todos y que hayan sobrado. Salí de ahí, casi llorando, con una sensación maravillosa que no tengo palabras para explicar. Para mi fue un milagro. Como en esa ocasión, el año pasado volví a hacer los morralitos de dulces y los llevamos a un internado de niños abandonados, maltratados y huérfanos. El motivo por el que yo decidí hacer esto, es para enseñarle a mi hija y a mi sobrinito, a que sean buenos cristianos y darle a la sociedad personas sensibles que tanta falta hacen. Yo quiero que ellos sean personas sensibles y caritativas, que se preocupen por sus semejantes. Ha sido maravillosa la sensación que deja el dar un poco de uno, que primeramente Dios, mis niños continuarán llevando un poco de alegría a los más necesitados. María Villanueva

 
 

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