Historias de Voluntariado


¡Como voluntaria quién más ganó fui yo!

Autor/a
Karla Barraza Dijar
País
México

Es una historia de Karla Barraza Dijar

Karla Barraza Dijar
Mi nombre es Karla Barraza de Samaniego. Les puedo decir que el voluntariado ha sido una de las experiencias que más satisfacciones me ha dado en la vida porque logró ampliar mi visión del mundo. La Casa de los Mil Colores es un albergue del Instituto Nacional Indigenista (INI) que atiende a niños indígenas de escasos recursos de toda la República Mexicana que padecen alguna enfermedad, éstas van desde desnutrición hasta leucemia, tumores o insuficiencia renal. Allí un grupo de estudiantes del ITAM realizábamos nuestro servicio social. Como en todos los casos, algunos sólo cumplieron el trámite y se fueron, pero otros nos quedamos e hicimos de Mil Colores parte integral de nuestra vida. En ese albergue conocí a muchos niños cuyas historias distan mucho de la que es nuestra realidad. Asistíamos 2 días a la semana durante 4 horas, en las que enseñábamos manualidades a los niños y a su familia, pero quienes se llevaban mayor parte de la enseñanza fuimos nosotros, los estudiantes. Cada día implicaba un nuevo aprendizaje. Conocí las tradiciones y costumbres de los pueblos indígenas de nuestro país que se encuentran aislados y para quienes los beneficios de la modernidad no tienen ningún significado por que están excluidos de ella. A pesar de su sufrimiento, los niños y los padres trabajaban felices durante la actividad, cantábamos canciones, contábamos historias, inventábamos juegos y ¡hasta aprendíamos náhuatl! Sin embargo, la enfermedad no espera y a veces nos inundaba la tristeza. Tengo que reconocer que este albergue también contribuyó a que seamos un poco más tolerantes al dolor, ya que algunas veces los niños se sentían tan enfermos que no podían convivir con nosotros, pero no podíamos hacer nada. También conocí el dolor de la pérdida de un niño que hoy es un ángel o de conocer los sentimientos de los padres de familia que viven en condiciones de pobreza extrema y no pueden ayudar sus hijos. Estoy muy agradecida por la oportunidad que se me presentó al haber formado parte de ese equipo de trabajo, por que fue en ese lugar donde también viví grandes momentos, donde conocí a una de las personas más valiosas del mundo. No quisiera desperdiciar esta oportunidad para agradecerle a mi gran amiga Denní por haberme dado la oportunidad de formar parte de este proyecto, por concederme la dicha de haber sido voluntaria de Mil Colores durante 3 años y por brindarme su amistad que es un gran tesoro. Nuestro país necesita que se difunda la cultura del voluntariado, principalmente entre los jóvenes, ya que esto nos brinda la oportunidad de devolverle a la vida lo mucho que nos ha dado y de recordar, cada día, lo afortunados que somos y lo mucho que podemos hacer por los demás. Gracias a lo que aprendí como voluntaria, decidí que me gustaría enfocar mi trabajo profesional en alguna institución que se dedicara a aportar cosas a la sociedad. Por ello comencé a buscar trabajo en el sector no lucrativo y tuve la fortuna de conocer a Sergio García, Coordinador del área de investigación del Centro Mexicano para la Filantropía, en donde actualmente colaboro.

 
 

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