Historias de Voluntariado


Aprendí que hay muchas maneras de ser voluntaria

Autor/a
Rosa María Berlanga
País
México

Es una historia de Rosa María Berlanga

Participo desde hace ocho años como voluntaria en una institución que atiende en hogares funcionales a niños y niñas que por pobreza, maltrato o abandono, no tienen vida familiar. Cuando una voluntaria se enfrenta a situaciones tan dolorosas el primer impulso es desear aliviar, compensar y satisfacer las carencias de afecto, de alimentación, de educación, de salud y de bienestar de los niños desamparados; estar cerca de ellos, acompañarlos, acariciarlos, jugar con ellos; eso es lo que yo hacía. Un día el presidente del patronato me pidió que me encargara de elaborar el manual de operación de la institución, eso implicaba que por un tiempo, dejaría de visitar a los niños y se distanciaría la relación que había establecido con ellos, lo que para mi significaba una pérdida. Me aboqué con gusto y entusiasmo a la tarea que me encomendaron, a la cual le dediqué muchas horas de trabajo en la oficina. Cuando me incorporé nuevamente a las visitas y acompañamiento a los niños, pude constatar que mi trabajo había rendido frutos, encontré que el manual sirvió de orientación a los educadores que conviven con los niños cotidianamente para hacer mejor su trabajo, en pocas palabras, se había elevado la calidad de la atención y se reflejaba en niños alegres, sanos, cariñosos, comunicativos, inquietos…… De esta experiencia aprendí que hay muchas maneras de ser voluntaria, que el contacto directo con los beneficiarios, reporta satisfacciones inmediatas, como es la sonrisa de un niño, pero que si uno no pierde de vista la misión de la institución y con su trabajo colabora a que se realice y a que permanezca en el tiempo, esa es la mayor satisfacción.

 
 

OPORTUNIDADES

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